lunes, 7 de mayo de 2012

Un mundo nuevo


Las calles pavimentadas con piedras irregulares languidecían poco a poco por el paso de los años, y un nuevo amanecer iluminaba el casco antiguo de Segovia. No muchos son los recuerdos que guardo de aquel viaje que hice hace ya tanto tiempo con la compañía de unos padres que todavía no tenían canas y un hermano pequeño. Pero tengo los suficientes como para echar de menos a Segovia. Hoy, años después del viaje vuelvo a estar en el mismo hotel y me atrevería a decir que en la misma habitación. Casualidades, supongo.
Observo como el sol al otro lado del horizonte va regalándonos su luz haciendo que las gotas de la lluvia reciente presuman con mil destellos de colores muy variados. Me adentro en mi habitación apresuradamente y saco mis pinturas y un folio, no necesito más… y doy rienda suelta a mi imaginación.
Dibujo con agilidad los edificios antiguos que se ven desde la terraza de mi habitación y pienso en los miles de pensamientos que tendrán cada piedra que forman la casas. No se me escapan los detalles y represento la ropa tendida en los tejados y difuminando un poco los colores parece incluso que se muevan al son que marca la brisa. Al fondo del dibujo contoneo con lápiz negro lo que serán las montañas y con un rojo anaranjado hago unos líneas en el cielo, observo como vuelan unos pájaros que no sabría identificar y los coloco en mi dibujo, y como toque final me autorretrato en un banco de los muchos que hay con un cuaderno en mi regazo.
Y después me preguntan qué es el arte. Arte es lo que se hace por amor, y arte es lo que sale de nuestro interior. Sonrío mientras Segovia va cobrando vida, y con un escalofrío de felicidad salgo a la calle para descubrir un mundo nuevo.
                                                                                                                                                                             Sara.

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